viernes, 24 de agosto de 2012

Cualquier tiempo pasado fue mejor. Episodio 2. Port Aventura

Este es el segundo capítulo del compendio de anécdotas. Si en el pasado hablé del tren, de su aumento de precio, frente a la reducción de servicios, etc. hoy me voy a dedicar a hablar sobre mi experiencia en el famoso, gran y bonito parque de atracciones de Tarragona, Port Aventura.

En la que posiblemente sea la decimosexta o decimoséptima vez que visito el parque, me he dado, no con un canto en los dientes sino un morrazo de los buenos. Este año el lugar inauguraba una montaña rusa con varios records (altura, caída y velocidad creo recordar), una hyper-coaster como llaman los entendidos, con muy buena pinta. Shambhala tiene por nombre. La espectacularidad del monstruo de acero se ve aumentada gracias a los continuos cruces con el Dragon Khan, mítica montaña rusa. Por todo esto deduzco el motivo de la cantidad, la bestial cantidad, de gente que había en el parque esta vez. Fue algo así como encontrarme la calle de Santa Clara un domingo por la tarde, pero por todo el sendero de Port Aventura, por todas su áreas temáticas. Imposible respirar aire en bruto.

Las tablas de tiempo de cola en las distintas atracciones reflejaban no menos de dos horas, no solo en Shambhala ni en Dragon Khan, sino en todas las atracciones clásicas del parque, ya sea Tutuki Splash, los rápidos, los troncos, etc. ¿Cómo me iba a tirar dos horas por cada atracción? Por supuesto tuve que renunciar a estas atracciones y conformarme con otras. Solo a las tres míticas que me subí lo pude hacer por azares del destino. Y esos azares del destino se les conoce como "Esta atracción abre a las 12:00" y marchar como alma que lleva al diablo a hacer cola en esa atracción a las 11:30. En la Stampida me tocó el quinto tren, no está mal, 35 minutos de espera. En el Templo del Fuego pasó algo parecido. "Abre a las 13:00", mismo proceso, a las 12:30 en la cola de la atracción. Luego fue el turno de las atracciones de feria (Coches de choque por ejemplo) y hasta me subí en el tren que recorre el parque para decir que me había subido en alguna atracción más.

Pero la gota que colmó el vaso llegó a última hora, a eso de las 18:00 y fue el siempre querido y admirado Sea Odysey. Una atracción con uno de los mejores decorados, preparados, etc. que conozco. La cola discurre por una cueva que da paso a unas galerías submarinas con pantallas donde un tal Profesor Alga te habla de la expedición que se va a realizar. Pasas por una gran sala o cámara donde hay un submarino dañado por unas garras gigantes y un robot que se afana en repararlo. Luego llegas a una sala de espera donde en una esquina hay una pantalla que hace simular la vitrina hacia el mar y donde aparece un delfín muy simpático llamado Sammy. A continuación llegas ya a la sala de proyección donde la película tiene que ver con todo esto y los asientos se mueven acompasados con los meneos del submarino.

Pues bien todo esto que os he dicho, olvidadlo. El problema reside en el cambio de película. Han quitado la mítica historia del rescate del submarino con monstruo para poner una peli en 3D de 11 minutos que trata de una historia ecologista contada por una tortuga que tiene tatuado en el caparazón el símbolo de la paz. Conclusión, el robot ya no arregla el submarino en la cola de espera, todo aquello está parado, la pantalla. vitrina está apagada y ya no aparece Sammy, la decoración de la atracción ha perdido todo sentido por cambiar la película

¿Y que decir de la película? Una tortuga de 50 años que va a ser abuelo con su amiga tortuga nos cuenta su experiencia con el ser humano. Primero un petrolero que pasa por encima de ellas arroja chapapote que, misteriosamente, se hunde (a pesar de la menor densidad de este frente al agua). Luego una anécdota en un río con pirañas y un águila. -Para darle función a los aspersores de la sala que te mojaban cuando el monstruo atacaba el submarino han hecho que se caiga un árbol al río y nos salpica, lamentable- Finalmente el polo sur, la tortuga sobre un frigorífico y conversando con una ballena. Llega a un ballenero, falla el arpón y le da a la nevera. Llegan los de Greenpeace y no se que hacen. Y ahí se acaba la película. Los movimientos de las sillas no guardan compás con la película. No sabes qué o quién eres en la peli para poder meterte en el papel que el 3D intenta dar (solo ves que es 3D por que el arpón parece que viene hacia tí). En fin una decepción tremenda.

Por supuesto el número de atracciones en las que me pude subir fue muy limitado, 7. También es por supuesto que no me pude subir en Shambhala, pero es que tampoco me pude subir en las míticas de agua, ni en el Dragon Khan. Es normal que el parque busque el máximo beneficio y por eso el aforo es de 35000 personas, pero creo que si este se redujera sería todo mejor, las colas serían más cortas, estarían repartidas por todas las atracciones y se caminaría más relajadamente. Bueno, claro, todo esto no hará que el Sea Odyssey vuelva a ser como era antes pero en fin...

¡¡¡¡¡¡SAMMY, VUELVE!!!!!!

martes, 21 de agosto de 2012

Cualquier tiempo pasado fue mejor. Episodio 1: El Tren

Hace casi ocho meses que no escribo nada en este blog y ahora, a la vuelta de mis tarraconenses vacaciones, me he decidido actualizar por varias anécdotas que en estos días he, más que vivido, sufrido.

Aderezado el momento con buena música de Banda Sonora ("My name is Lincoln" de la Isla (Steven Jablonsky), "El Bosque" o, como no, Hans Zimmer con Piratas del Caribe, Gladiator, La Roca, etc, etc) comienzo mi discurso. Ah, se me olvidaba, este artículo estará dividido en dos episodios, capítulos o como lo queráis llamar. El primero trata del tren en el que he viajado, el segundo de mi día en Port Aventura.

El año pasado, cuando fui a comprar el billete de tren en la estación de Zamora, me comentaron que algunos detalles de la ruta habían cambiado. Por ejemplo, aquel talgo destartalado que una chapa entre vagones aseguraba datar en 1963 había desaparecido dando paso a la "modernidad" con un tren MD o Media Distancia que cubría la ruta Salamanca-Zaragoza (¿¡Más de 500 km es Media Distancia!?). Al llegar a Zaragoza uno se tenía que bajar y coger, obligatoriamente, un AVE hasta el Camp de Tarragona, a 20 km de la ciudad de Tarragona  (olvidémonos ya de la Estación de Tarragona, la de la ciudad). Por cierto ese MD no tenía vagón cafetería ni películas. En fin.

Este año ha habido otro cambio. Pareciendo no encontrar sentido a poner un tren de MD para una ruta que atraviesa el Estado, ahora el MD solo cubre la ruta Salamanca-Valladolid (lo cual es más lógico para un tren de su categoría, más hecho a rutas autonómicas que estatales). Pero esta es la parte buena. Ahora viene la auténtica definición de modernidad. En Valladolid hay que coger un Avant (lo que viene siendo un AVE que va 100 km/h más lento que el AVE de verdad) que al ir por vía convencional va a velocidad convencional, es decir, 150 km/h, y que luego en Zaragoza hace un cambio de vías para introducirse en la Red de Alta Velocidad hacia Tarragona y Barcelona e ir a 250, en vez de a 350 como puede ir el más rápido. Hasta aquí difícil de entender. Voy más allá. El Avant, tren moderno, rápido, limpio, veloz (cuál zapato que canta "Tengo un tractor amarillo") sigue la tradición de su hermano menor MD y no tiene películas ni vagón cafetería. No, no tiene. Un tren que durante 8 horas está recorriendo tres cuartos de la geografía española, no tiene vagón cafetería, donde avituallarse, ni un par de películas para amenizar el viaje y paliar el tedio. Ahora, eso sí, el precio del billete aumenta por momentos. Aún recuerdo que en los primeros años del euro hacía un ida/vuelta con cafetería y pelis por 40, mientras que ahora sufro al dar mis 95 euros por moverme sin ningún servicio adicional más que un WC "bonito". Que por cierto estoy empezando a sospechar que en los próximos trenes empezarán a dejar de poner WC, no sea que el valor del "gusano" sea tan caro que un ciudadano no pueda comprar un billete.